REBELIÓN

Imagina el patio del colegio. Tú tienes… no sé, digamos que ocho años. Asfixiado tras un partido de fútbol, baloncesto, voley o lo que sea, vas al grifo a beber agua. Esperas en la cola y tienes a otros veinte chiquillos esperando también detrás de ti, esperando su turno.

En esto llega un gandul de bachiller dando cogotazos a todo el mundo. Te agarra a ti por la pechera, te lanza para un lado y se pone a beber agua tras saltarse la cola. Luego se coloca delante del grifo y no deja que nadie más beba agua. Por lo visto, a partir de ese momento el grifo es asunto suyo y de nadie más. Hasta que suena la bocina y todo el mundo vuelve a clase con su sed a cuestas.

Ahora imagina que ocurre algo similar en los mercados financieros.

Los pequeños invierten su dinero para ver si sacan algo y observan con bastante pesar que el agua no termina de llegar, a pesar de que ellos hacen su cola. Sin embargo, algunos muy grandes pueden ganar mucho dinero. ¿Cómo?

Pues hay un modo de invertir que consiste en no comprar acciones. Ni tampoco venderlas.

Se compra el derecho a comprarlas y luego se vende el derecho a comprarlas.

Se compra el derecho a venderlas luego y se vende el derecho a venderlas.

Es lo que se llama “opciones”.

Imagina que alguien sabe que una empresa va a ir mal. Pues compra el derecho a vender la acción a un precio determinado, que es superior al precio que sabe que tendrá en el futuro. Hay gente que sabe esas cosas. Hay gente que sabe de tó.

Así que apuesta a que baje más.

Ponerse corto no es vestirse para un partido de fútbol. Ponerse corto es más o menos eso.

O sea.

Alguien compra el derecho a vender una acción de la empresa X a 10. Hoy está a… digamos 13. El nota sabe, porque lo sabe, que en el futuro esa acción estará a 5. Es decir, que va a bajar un montón. Concretamente de 13 a 5. Entonces, cuando baje a 5, tendrá derecho a venderlo a 10, jajajajaja (risa maliciosa y tal) porque ha comprado ese derecho, ¿cierto?

Vale.

Pues una vez baja la acción, baja también el derecho a comprarla, digamos que a 5 también para no liarnos. Simultáneamente, vende su derecho a vender a 10. Gana 5, y ni ha comprado la acción ni tampoco la ha vendido. Lo que ha comprado y vendido es el derecho a comprar y a vender. Con menos pasta, ha llevado a cabo una operación redonda, pues los derechos tienen un coste notablemente inferior a la compra de la acción en sí. Por tanto, ha comprado y vendido su derecho a comprar y su derecho a vender de un montón de acciones que en realidad nunca han sido suyas.

¿Vale?

Vale.

Ahora imagina que cuando compra el derecho a vender a 10, resulta que todos los que estaban en la cola del grifo se ponen de acuerdo para comprar las acciones de esa pobre empresa. Pero no compran los derechos sobre esas acciones, no. Compran las acciones reales. Cientos, miles, millones de tipos y tipas compran acciones reales de esas que el especulador esperaba que bajaran.

Así que la acción, en lugar de bajar a 5, por efecto de la oferta y la demanda sube a 800.

Cuando llega el vencimiento de ese derecho a vender que tiene el especulador, al no tener las acciones (porque no las ha comprado, únicamente he comprado el derecho a venderlas a un precio, 10), ni tampoco tener el derecho a comprar, porque no han hecho sino subir… oh oh. Problema. No le queda otra que comprar derechos carísimos de acciones que han pasado de 13 a 800. Y el nota con su derecho a vender a 10…

Imaginen la pérdida por cada acción. Compro a 800 y vendo a 10. Pierdo 790. Multiplica por unas cuantas miles de acciones y ahí tienen el estropicio que han hecho estos que estaban haciendo cola en el grifo del agua.

Entenderán que esto no sea una clase de opciones, porque la realidad es un poco más compleja. Pero el concepto del “primo de Zumosol” tal vez sea el que mejor ilustra la historia. Sólo que en este caso es un primo mutualizado en torno a Reddit. Muchos miniprimos que se juntan para hacer realidad el himno de la lucha canaria.

Eso de que “el grande perdió, el chico ganó…” y tal.

Y es que apostar a que alguien se arruina, bonito lo que se dice bonito no es.

 

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