RESETEAR

Begoña Gómez, esposa del presi, ha dicho que va a resetear el capitalismo desde su cátedra de Transformación Social Competitiva. Entre otras cosas ha dicho las empresas han de abandonar los beneficios como objetivo prioritario, dando prioridad a aquéllos incluidos como objetivos de desarrollo sostenible contenidos en la Agenda 2030.

Vale.

El concepto no es nuevo. Ya en 1980, el filósofo estadounidense Robert Edward Freeman acuñó el término “stakeholders”, en español “partes interesadas”, como foco múltiple de atención de las empresas. Por partes interesadas se refería a todo el que se relaciona con una empresa de forma habitual, entiéndase por tal a los trabajadores, socios, proveedores, competencia, familias, clientes, industrias asociadas y demás. El filósofo razonaba que la empresa está en el centro de toda esta gente, y que su actuación influye en el entorno generando un impacto que va más allá del valor añadido generado al accionista, que normalmente se mide en forma de beneficios. Esto es algo asumido por cualquier empresario desde hace mucho, mucho tiempo.

Y es que una empresa, por pequeña que sea, proyecta a su alrededor un impacto mucho mayor al que imaginamos. Del mismo modo, la desaparición de una empresa también proyecta un impacto considerable, en este caso negativo por todo lo que la sociedad en la que se encuentra inserta perdería. Por tanto, decir que es importante atender a todos los focos que rodean a la empresa como objetivo de esta, es una obviedad que los que somos empresarios, o los que enseñamos en la universidad, tenemos asimilada desde hace… pues eso, al menos cuarenta años.

Utilizar un concepto tan manido para afirmar que va a resetear la economía no puede ser más pretencioso. Seguramente porque ella, de cuyas buenas intenciones no dudo, ignora lo que cuesta crear un puesto de trabajo. Mucho menos mantenerlo de forma estable. Creo que hay otras cosas que no sabe, pero me quiero centrar en el empleo, nuestro primer problema social.

Porque, seguramente, tendrá en mente a las empresas grandes. Pero nuestro panorama empresarial se estructura de un modo un tanto diferente.

Verán, en enero de 2020, las empresas españolas sin asalariados ascendían a algo menos de 1,6 millones. Las que tenían menos de 10 empleados, 1,1 millones. Las que tienen entre 10 y 49, 154.000. Las que tienen entre 50 y 249, 25.000.

Las que tienen más de 250 son únicamente 4.886. Ahí están las del IBEX 35.

O sea, que el 94% de las empresas tienen menos de 10 empleados. Y con 0 empleados tenemos el 54% de las empresas.

La cosa es sencilla: si cada empresa menor de 10 empleados genera 1 puesto de trabajo, sólo 1, prácticamente se acaba el paro en España. De un día para otro.

Facilitarlo sí sería resetear la economía, y no traer a colación conceptos con 40 años de antigüedad que por sí mismos no significan nada.

Pero para darse cuenta de eso, casi mejor haber estudiado un poco de economía. Y no tanto de marketing.

 

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