SE VA PUDIENDO…

El chiste es antiguo. Tanto, que me lo contó mi padre cuando yo aún no había cumplido 10 tacos. Como tengo casi 57, pues calcule.

Un tipo llega, apurado, a un baño público. Al ver la puerta cerrada, toca con los nudillos y pregunta: “¿se puede?”. Dentro había un nota, estreñido, y contesta con voz de eso, de estreñido: “Se va pudiendo…”

El Real Madrid eliminó a un brillante Chelsea metiendo dos goles cuando iban perdiendo 0-3, prórroga incluida. Luego eliminó al PSG de Messi, Mbappé y Neymar cuando iban dos abajo, con tres goles de Benzema. Por último, ayer se desató la locura en el Bernabéu para remontar dos goles en contra. Rodrygo acertó en el minuto 89 y en el 91, rematando Benzema con otro en la prórroga.

Sería injusto cargar tintas contra el entrenador del City que ayer vio, incrédulo, cómo su equipo no pasaba a la tercera final inglesa de Champions de los últimos cuatro años. El responsable: un Real Madrid para el cual se queda uno sin adjetivos.

Se puede ser del Tete, del Aleti, de la Ponferradina o del Plasencia Club de Fútbol, pero si uno no es capaz de apreciar lo acontecido en el Bernabéu ayer, es que seguramente no te gusta el fútbol.

Vaya por delante que, en mi opinión, Guardiola es un adelantado a su época. Como jugador, y bajo la batuta de Cruyff, cambió al Barcelona. Como entrenador de este mismo equipo, arrasó con tirios y troyanos.

En esta edición de la Champions, barrió al Madrid durante casi toda la eliminatoria, presentando un fútbol brillante, inteligente, sobrio, agresivo, estudiado. Superior. El Madrid tiró de épica en Manchester, metiendo tres goles para dejar abierta una eliminatoria en la que recibió cuatro. Algo inédito en un campeonato de estas características, y que anticipaba que la cosa iba a ser de locos.

Pero el partido de vuelta es algo que yo no he visto nunca: dos goles en dos minutos para dar la vuelta a un partido perdido. Hoy, la prensa británica se sorprende por lo ocurrido, y se lamenta por las ocasiones perdidas.

La presencia española está animando esta edición de la Champions. Guardiola, un español no muy partidario de serlo, como tantos, ya se cargó a otro equipo español en octavos, el Aleti de Simeone. El Villarreal, prácticamente un equipo de pueblo, llegó a semifinales y metió el susto en el cuerpo al que seguramente es el mejor equipo del mundo hoy, el Liverpool, empatando la eliminatoria por unos minutos.

Pero lo del Madrid es una lección de vida. Más allá de esquemas, metodologías, diseños, plantillas y demás, hay un intangible en este equipo que va más allá de la lógica.

Una especie de coraje inexplicable que nos muestra cómo, del mismo modo que el tipo del cuarto de baño, se va pudiendo…

Tal vez la única lección que este equipo puede enseñar a Guardiola.

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