SINTONÍA

Siempre he tenido la impresión de que cada uno de nosotros viene a este mundo con un software de fábrica.

Me explico…

¿Nunca ha habido en tu clase, cuando pequeños, un nota, o una nota, que es genial en matemáticas? O en música, o en fútbol, o en literatura, o en historia…

Por supuesto siempre han existido los pitagorines y pitagorinas, que lo petan en todo, sacan matrículas por contenedores, son los primeros de su promoción y el mundo se rinde a sus pies.

Pero el común de los mortales somos de media tabla. Se nos da bien una cosa, otra no tanto, otra fatal. Navegamos por el sistema establecido como buenamente podemos y al final salimos a la calle a intentar vender… lo que buenamente podemos.

Sin embargo, cada uno de nosotros tiene un don. Yo al menos lo creo así. Muchas veces no lo descubrimos a lo largo de toda una vida, otras sí. Porque ese don es para el sujeto activo. Para nadie más.

Lo cierto es que no se tarda mucho en empezar a vislumbrar sorpresas. La persona que era brillante, languidece en un puesto de trabajo que no le llena. La persona a la que nadie hacía caso, de repente se revela como genial en algo inesperado.

Es verdad que muchas veces el éxito personal depende de la sintonía con el entorno. Por ejemplo, el poeta lo tiene fatal en época de guerra. Difícilmente será escuchado cuando lo que se valora es el coraje, el valor, el arrojo y esas cosas. Del mismo modo, el que nació guerrero o guerrera lo lleva fatal en época de paz.

Por tanto, sintonizar con el tiempo que vives es crucial para desarrollar tu potencial, y muchas veces pienso que personas que hoy están denostadas, en otras épocas hubieran sido héroes. O heroínas. Solo que nacieron en el momento equivocado, tal vez.

Sea como sea, tengo la impresión de que hoy estamos subyugados por ese eslogan que en su día promocionó Youtube como el leit motiv de su existencia: Broadcast Yourself.

Muchos se lo han tomado al pie de la letra, y vemos en las redes sociales cómo todos intentamos llamar la atención con lo que entendemos que sería la clave de bóveda que nos hace diferentes.

Pero esta sociedad es mucho más compleja que todo eso. Aparentemente se admira lo que se admira: el éxito, el impacto social, el progreso personal, la forma de vida.

Sin embargo algo me dice que muchas personas que han obtenido todo eso buscan algo más, porque en su interior yace un ser que quiere hacer algo al margen de que los demás lo quieran. Porque hoy da la impresión de que, si nadie está interesado, no es interesante. Pero en el interior de cada uno de nosotros sabemos que lo que nos satisface es lo que nos satisface. Y no necesariamente es preciso tener adeptos por miles para ser exitoso. Ni ser rico. Ni glamuroso. Ni nada de eso.

Si desterráramos el Broadcast Yourself de nuestras vidas, tal vez pudiésemos conocernos un poco mejor a nosotros mismos y llevar a cabo nuestros propios proyectos porque nos satisfacen a nosotros. A nadie más. Ello conlleva una desconexión temporal, tal vez definitiva, muchas veces radical, de la vorágine que nos rodea. Porque es un viaje interior que descubrimos como algo rico, complejo, gratificante y pleno. Aunque no nos conceda mucho dinero. Ni impacto social. Ni fama. Son detalles que quedan a un lado.

Alcanzar esa posición nos permite admirar a los que lo petan sin ambages. Disfrutamos del éxito de los demás como nunca lo habríamos imaginado.

Cuando tal cosa le ocurre a alguien, normalmente hay una multitud que mira y que se pregunta: ¿Y yo no puedo hacer lo mismo? Si en el fondo solo quiero ser feliz con mi vida.

En el momento en que alguien se formule dicha pregunta, normalmente se comienzan a resolver todos los embrollos en los que nuestro entorno nos mete.

Y es ahí cuando comienzas a entender el significado del término sintonía.

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