TRES PASOS

Otras dos mujeres han muerto asesinadas. Otros dos sueños rotos, otras dos estudiantes, madres, hijas, amigas, profesionales, empresarias que no serán. Otras dos trayectorias personales que se truncan del modo más brutal. Se suman a las más de 900 muertes por violencia machista desde que se inició la estadística, allá por 1999. Es decir, en quince años más asesinatos que los perpetrados por ETA en cuarenta, esa organización terrorista que puso en jaque al Estado. Vistos los números anteriores se pregunta uno si, con la violencia machista, se están disponiendo medios proporcionados a la magnitud de esta masacre por goteo.

Desgraciadamente, por las mujeres asesinadas ya nada podemos hacer, más allá de honrar su memoria y de detener a los culpables. Pero tal vez sí por las son susceptibles de serlo.

Por eso estas reflexiones no son para hablar de pasado, sino de futuro. Estas letras no van dedicadas a aquellos que han cometido estas atrocidades, sino a los potenciales futuros comitentes. Y por ello, si bien no acostumbro, en este caso ruego difundan.

Porque han de saber que serán detenidos. Todos. Y se les aplicará la pálida justicia humana. Y se pondrá en cola de impresión la divina, o al menos yo así lo creo. Pero por el camino, arderán en el infierno de su propia conciencia.  Y eso no mola.

Por tanto, futuros maltratadores, violadores, abusadores y asesinos, tienen en estas palabras un sencillo manual de instrucciones para evitarse a sí mismos un futuro tan negro, consistente en tres pasos:

Primero: Pronunciar claramente la siguiente frase: “Ah, ¿que ya no me quieres? Vaya por Dios, pues qué contrariedad”. Para ello se recomienda lo ensayen repetidamente en voz alta y frente al espejo, a fin de darle la dignidad que corresponde a una ruptura.

Segundo: Se van al dormitorio y preparan la maleta. Como les enseñó su madre cuando iban de campamento de verano. Pantalones y jerseys abajo, camisetas y camisas arriba, calzoncillos y calcetines a los lados y el neceser en lo más alto.

Tercero: Tras desearle suerte a la que fue la persona amada, SE MANDAN A MUDAR. Ya sería para nota que al salir tuvieran la elegancia de no dar un portazo.

De este modo se ahorrarán la penitencia antedicha, ganarán un nuevo futuro y, quién sabe, tal vez alguna mujer de bandera se vuelva a fijar de nuevo en ustedes.

Porque quien actuara de tal modo sería, sin duda, una persona decente y respetada.

P.D.: Y a los que estamos por los alrededores, a ver si espabilamos. Una vez cometidos los asesinatos siempre salen comentarios del tipo crónica de una muerte anunciada. Joder.

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