VOTO… A BRÍOS

Era lo que decía el Guerrero del Antifaz cuando se le plantaban delante unos cuantos sarracenos, cimitarra en mano con ánimo de cortarle el cogote. En lugar de decir “cagüenlaputa con estos cabrones”, o similar, soltaba un “a fe que vais a morder el polvo, pardiez”, y se quedaba el tipo más ancho que largo. Claro, corría finales del siglo XV y la gente hablaba como hablaba. O al menos es lo que nos hacía pensar el bueno de Manuel Gago. Por aquel entonces, la toma de Granada estaba en el programa electoral de Isabel I. Dicen que la Trastámara no se bañó hasta que echó a Boabdil, si bien era cierto que mucha agua corriente no tenían los cristianos en esa época. Una época en la que la monarquía no se discutía. Bueno, en realidad no se discutía de casi nada, según los famosos tebeos. Quítate tú pa ponerme yo, que sí infiel, que si rapaz, que si esto y lo otro, espadas fuera y a fajarse todo el mundo. Listos. Mientras el tipo desafiaba a los sarracenos diciendo que él sólo se arrodillaba ante su Dios y su rey, la novia del fulano, una señora de pelo azul marino a la que nunca tocó un ídem, esperaba espantada rezando en misa todo el día, acompañada por una señora que nunca abría la boca.

Eso fue hace 500 y pico años, según nos contaban de chicos.

Hoy las hermanas del rey van a pincharse a los Emiratos. Pero no bótox, ni ácido hialurónico, ni ninguna de las cosas que la gente se pincha hoy en día pa estar más guapas, guapos y guapes. No. Ellas aprovecharon que pasaban por allí a ver al padre, que por cierto, se fue a vivir allí porque aquí es imposible, y mientras aquí todo el mundo está en cola para pincharse (ya te digo, está tó imposible por estos lares) ellas pues nada, avión, vemos a papi, nos pinchan, un té, unas compritas y pa casa. Y de paso le metemos un dedo en el ojo al hermano más chico, que como la cosa está bonita en España, vamos a ponerle lunares.

El otro día me metí en muro ajeno, el de un amigo con más paciencia que un monje budista, a dar por saco con la renta complementaria que presentó el rey de unos cuatro kilos. Que si era delito, que si no, que si tal, que si cual. Me saltaron al pecho unos cuantos diciendo que no entendían cómo era posible que defendiera la monarquía, siendo un reducto medieval inaceptable hoy en día.

Claro, uno va y se pone la gorra de asesor fiscal, y entiende que la complementaria del rey no es delito, salvo que la AEAT diga lo contrario. Pero enfrente no tenía a tipos con gorra de asesor fiscal, sino de ciudadanos que se levantan a las siete de la mañana, o antes, para con suerte atender a un trabajo. El que lo tiene, porque ya vamos por 5 millones de paisanos buscando curro en vano. De los motivos de tal circunstancia hablaré en próxima publicación. Pero hoy, ver al emérito pagar cuatro kilos por unos aviones que le prestó un pariente, pues no resulta demasiado edificante.

Sin quitarle méritos al emérito, hoy la monarquía parlamentaria está en la picota.

Lo que ocurre es que, siendo prácticos, pienso en la república y no puedo por menos que poner las cosas en clave española. Eso de comparar las monarquías parlamentarias con Reino Unido, Dinamarca, Suecia o Noruega… o Japón, ya puestos, está muy bien, pero hay repúblicas estupendas como la francesa, la americana, la uruguaya o la costarricense. Funcionan, no hay debate ni problema al respecto y a otra cosa.

Pero claro, uno tiene la manía de poner las cosas en clave local, y en tal carácter fantaseo con la posibilidad de que el presidente del gobierno sea Sánchez y el de la república…, no sé, Rufián, Echenique, Aznar o Abascal. Y no puedo por menos pensar que, en caso de tener que votar al presidente de la república española, si se presentasen los anteriores y el actual rey no tendría dudas.

Hombre, sí tendría dudas entre Felipe VI y Tony Cantó. Casi prefiero a Cantó. Sea como sea, en una monarquía parlamentaria el rey hace lo que dice el gobierno, y el gobierno te puede gustar más o menos, pero es el escogido, y el jefe de Estado representa a dicho gobierno, además de a su pueblo.

No sé yo qué haría Cantó en caso de ser presidente de la República. Seguramente cumpliría sus obligaciones como siempre hace, con profesionalidad y dignidad.

Sentado lo anterior y en las circunstancias que confluyen, puestos a votar a veces voto a bríos. Y otras veces… Virgencita déjame como estoy.

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