A VUELTAS CON LA VIVIENDA

En España hay 47 millones de almas y unas 26 millones de viviendas. La proporción, más o menos, iguala la europea, con una salvedad. De esos 26 millones de viviendas, sólo 18 son hogares, y lo demás son segundas residencias, vacacionales y demás. Por tanto, si consideramos la media europea, con 18 millones de hogares sobre 47 millones de personas, la tasa de viviendas es del 38%, siendo algo más del 50% en Europa.

Vale.

Ese 12% que nos falta para llegar a la media europea suponen aproximadamente unas 5/6 millones de viviendas que tenemos de menos. Tal vez esto explique el problema de la vivienda en España, no lo sé.

Lo que sí sé es que a un problema hay que intentar aplicarle una solución. Y la construcción de veinte mil, treinta mil… o cien mil viviendas, nos dejaría todavía en un ratio considerablemente inferior al que necesitamos. Varios millones por debajo.

Entonces… ¿qué hacemos? No podemos inventar cinco millones de viviendas antes de las elecciones.

Fácil.

Hay como 7,5 millones de viviendas alquiladas. Entonces, la solución es fabricar algunas viviendas públicas para callar al personal (la vivienda pública en España es notablemente inferior a la media europea, y lo seguirá siendo), y forzamos a los propietarios de viviendas en alquiler a llevar a cabo la misión social que el Estado ha abandonado desde hace tiempo. Y de ahí la nueva ley de vivienda, presentada por Bildu y Esquerra.

Si visitas Viena te darás cuenta de que, alrededor del anillo histórico, donde están el palacio de la ópera y todas esas cosas, hay barrios. Barrios de familias normales, vienesas, de esas que compran el pan, hablan a grito pelado en la calle y conocen al de la venta de víveres por su nombre. Los poderes públicos hace años se dieron cuenta de la importancia que esto tiene para la convivencia, y promovió vivienda pública a mansalva en la capital.

Eso no se ha hecho aquí, me temo.

Y también temo que hoy, el problema no sea la vivienda, sino las elecciones. Y en consecuencia, hay que “hacer algo”.

Y ese “algo” es que aquel que no se haya comprado un coche de lujo o no se haya ido de vacaciones al quinto coño, para pagar una vivienda que le ayude cuando sea pensionista, va a pagar el pato.

Porque, no se engañen. Eso de los “grandes tenedores” es como un botón de muestra de lo que el mercado ofrece: 7,5 millones de viviendas que en su mayoría pertenecen a pequeños inversores que, una vez más, observan lo que ocurre en la Carrera de San Gerónimo con la desafectación habitual.

A ver cómo demuestras que tu inquilino no tiene perras. Se ha invertido la carga de la prueba, que recae sobre el perjudicado, es decir, sobre el pobre desgraciado que tiene una vivienda alquilada a un tipo que no le paga desde 2019, y que además la ha subarrendado, caso que salió hoy en la tele, por cierto.

Pero bueno, hay más gente que no tiene viviendas alquiladas que los que las tienen, así que tira palante que las cifras dan.

Los votos, dan…

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